Presidenta de la Red de Mujeres de Piura denuncia corrupción y falta de justicia en casos
de trata de personas en la región Piura.
Yolanda López, presidenta de la Red Provincial de Mujeres Unidas por el Cambio, ha puesto sobre la mesa una verdad incómoda: la corrupción y la indiferencia social están normalizando un flagelo que destruye vidas, sobre todo las de mujeres y niñas. ¿Cómo hemos llegado a este punto? ¿Cómo es posible que la complicidad institucional y la pasividad colectiva permitan que estos crímenes se perpetúen? López nos confronta con una realidad que pocos están dispuestos a enfrentar: la justicia en Piura es, muchas veces, una ilusión para quienes más la necesitan.
«Es alarmante ver cómo la corrupción está presente en todos lados», afirmó López. «¿Cómo podemos confiar en las autoridades cuando nuestras niñas están siendo violadas, desaparecen y las mujeres son asesinadas sin que se haga justicia?”, se cuestiona Yolanda.
«Capturan a los culpables, pero a las pocas semanas ya están en libertad, sabemos que hay redes operando en diversos asentamientos humanos, pero no hay cifras oficiales que lo respalden», relata López, exponiendo la gravedad de un ciclo que nunca termina. La falta de acción no es solo institucional, es también colectiva. ¿Cuántos de nosotros nos indignamos por estos hechos, pero nos sentimos incapaces de actuar? Cada caso de trata, cada vida arrebatada, es una prueba de que la indiferencia y el miedo han encontrado terreno fértil en nuestra región.

FALTA DE DATOS AGRAVA LA SITUACIÓN
Además de la ineficiencia del sistema judicial, López señala un vacío igualmente grave: la falta de datos sobre la magnitud real del problema. Es como si las víctimas no existieran oficialmente.
¿Qué tan profunda es nuestra ceguera? La trata de personas es un crimen escondido bajo gruesas capas de burocracia y miedo. Mientras no haya cifras claras, mientras no se reconozca su impacto real, el problema seguirá siendo invisible, y la impunidad continuará siendo la norma.
Pero la verdadera pregunta es, ¿por qué permitimos que esto siga ocurriendo? ¿Acaso hemos dejado de vernos reflejados en las historias de esas niñas y mujeres?, que bien podrían ser nuestras hijas, hermanas o amigas. Ante esta situación, hizo un llamado a la población para que no sea indiferente y denuncie cualquier caso de trata a la línea gratuita 1818.

NO SEAMOS CÓMPLICES
Yolanda López también lanza un llamado urgente a la comunidad: dejar de ser cómplices silenciosos y actuar. La solución no radica únicamente en esperar que el gobierno tome acción, sino en nuestra capacidad de movilizarnos, de alzar la voz y denunciar.
«No tengamos miedo», insta López, pero el miedo sigue siendo una barrera real. Es difícil exigir valentía en un contexto donde la justicia es tan frágil, pero quizás el verdadero cambio comienza cuando reconozcamos que la indiferencia también nos convierte en cómplices. La educación, la prevención, la vigilancia activa de los espacios digitales donde las redes captan a sus víctimas, son medidas urgentes, pero ¿estamos realmente dispuestos a asumir esa responsabilidad?
El futuro de Piura y de su juventud pende de un hilo, y la batalla contra la trata no es solo una tarea del gobierno, sino una responsabilidad compartida. La reflexión que nos deja Yolanda López es contundente: sin un compromiso real, sin un cambio de mentalidad que priorice la vida y la dignidad de cada ser humano, seguiremos siendo parte del problema. El desafío está en nuestras manos, y la pregunta que debemos hacernos es: ¿estamos listos para actuar o seguiremos siendo espectadores pasivos de esta tragedia?

El doloroso panorama que Yolanda López expone va más allá de los números o de las instituciones que fallan. Es una invitación a mirar hacia adentro, a cuestionar nuestras propias actitudes como ciudadanos. La trata de personas no es un problema ajeno ni lejano, sino una herida abierta en nuestra sociedad, una que hemos dejado que se infecte por la indiferencia. Cada vez que ignoramos una noticia, que miramos hacia otro lado ante el sufrimiento de una niña o una mujer, contribuimos a que estas redes sigan operando. En cada silencio, en cada omisión, el mal se fortalece. Nos hemos acostumbrado a convivir con la injusticia, pero Yolanda López nos recuerda que esta es una lucha para asumir como propia, una batalla que no se puede ganar si no nos involucramos todos.
COMUNICACIÓN FAMILIAR
El rol de las familias también se presenta como crucial en este contexto. López menciona la importancia de la educación y la prevención, pero en muchos hogares piuranos, la tecnología y las redes sociales se han convertido en terrenos desconocidos para los padres, que no siempre supervisan lo que sus hijos consumen o con quiénes interactúan. Es en estos espacios digitales donde los tratantes acechan, disfrazados de amistades inocuas o promesas de trabajo. Sin una guía adecuada, los jóvenes se vuelven blancos fáciles de estas redes. Aquí es donde las familias deben jugar un papel más activo, no solo en la vigilancia, sino en la educación de sus hijos sobre los peligros que existen. Sin embargo, ¿cuántos hogares están preparados para enfrentar esta realidad? Y peor aún, ¿cuántos padres son conscientes del peligro inminente que representa la trata de personas en su propia comunidad?
TAREA DE TODOS
El llamado final de López a una acción conjunta entre autoridades, instituciones y la comunidad es, en el fondo, un grito de esperanza. Piura no está condenada a ser un territorio de impunidad, pero requiere que cada uno asuma su rol en la lucha. La corrupción puede parecer invencible, pero no lo es si hay una presión constante desde la sociedad civil, desde las familias y las organizaciones comunitarias. ¿Estamos dispuestos a salir de nuestra zona de confort y exigir justicia? ¿A participar activamente en la construcción de una región más segura para nuestros niños y jóvenes? El cambio no vendrá de un solo lado; solo será posible si todos, como sociedad, nos unimos en un mismo frente, decididos a erradicar la violencia, la trata y la impunidad que tanto daño han causado.

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