fbpx

La manipulación de la opinión pública en tiempos electorales
El auge de las encuestas falsas, o «fake polls», se ha convertido en una herramienta poderosa para distorsionar la percepción ciudadana, especialmente en contextos electorales. 

El Dr. Fernando Huamán Flores, especialista en opinión pública, y la comunicadora Ariela Delly coinciden en que estas encuestas son más que simples engaños: son una amenaza directa a la democracia. Estas «encuestas», carentes de rigor científico, manipulan la opinión pública al crear escenarios ficticios que promueven intereses específicos. Generan un ambiente de incertidumbre y alimentan la desconfianza hacia los procesos electorales, lo que en última instancia erosiona la confianza en las instituciones democráticas.

xr:d:DAFOBR7pKkg:2,j:37001090777,t:22100321

Una realidad construida artificialmente
El Dr. Huamán advierte que muchas de estas encuestas buscan intencionalmente influir en el comportamiento de los votantes, moldeando artificialmente el clima electoral. 

Sondeos informales presentados como encuestas formales manipulan la narrativa pública, influyendo en decisiones cruciales que afectan el futuro de un país. Ariela Delly agrega que, en la era de la información digital, estas prácticas se amplifican a través de las redes sociales, la televisión y la radio, donde la velocidad de difusión es mayor que la capacidad de verificación. Así, la frontera entre lo verdadero y lo falso se difumina, generando confusión en la ciudadanía.

La responsabilidad compartida: ciudadanos y medios de comunicación
Ambos expertos coinciden en que la lucha contra las encuestas falsas no puede recaer únicamente en las instituciones. Mientras que el Jurado Nacional de Elecciones tiene el deber de fiscalizar las encuestas, Huamán y Delly subrayan que los ciudadanos también juegan un papel fundamental. 

La falta de transparencia en las metodologías y en la representatividad de las muestras son claras señales de alerta que el público debe identificar. La ciudadanía debe adoptar una actitud crítica frente a la información que consume, verificando la legitimidad de las fuentes y denunciando irregularidades ante las autoridades.

Pero no es solo responsabilidad de los ciudadanos; los medios de comunicación también deben ser más rigurosos al difundir encuestas. 

El afán por aumentar audiencias muchas veces lleva a difundir información sin verificar, contribuyendo a la proliferación de estos contenidos engañosos. Delly señala que los medios, al dar espacio a estas encuestas falsas, participan involuntariamente en la degradación de la verdad.

La crisis de confianza en la democracia
La creciente desconfianza en los resultados electorales es una de las consecuencias más graves de la difusión de encuestas falsas. Huamán reflexiona sobre cómo la falta de control y transparencia en estos estudios de opinión socava la confianza en el proceso democrático. 

Las encuestas bien realizadas, con metodologías claras y muestras representativas, son herramientas esenciales para comprender la opinión pública. Pero cuando se las reemplaza por «fake polls», la percepción de la realidad se distorsiona, dejando a los ciudadanos en un estado de confusión y escepticismo.

Delly complementa esta visión al advertir que la desinformación no solo debilita los procesos electorales, sino que también afecta el tejido social. En un ambiente de desconfianza, la cohesión social se ve fracturada, lo que a su vez debilita las bases de una sociedad democrática. Si los ciudadanos no pueden confiar en la información que reciben, es inevitable que cuestionen la legitimidad de sus instituciones y los procesos que sustentan su gobierno.

Reflexión final: el desafío de la verdad en la era digital
En un mundo donde la información circula a una velocidad vertiginosa, el desafío para los ciudadanos, medios de comunicación e instituciones es enorme. Huamán y Delly nos invitan a reflexionar sobre nuestro papel en este escenario. ¿Estamos dispuestos a ser consumidores de información sin verificar su autenticidad? ¿Asumiremos una postura crítica que nos permita diferenciar entre lo real y lo fabricado? La respuesta a estas preguntas determinará el futuro de la democracia, un sistema que, como nos recuerdan los expertos, depende profundamente de la confianza en la verdad.

El camino para combatir las encuestas falsas no es fácil, pero pasa por volver a los principios básicos: exigir transparencia, priorizar la verdad y construir una ciudadanía informada y crítica que sepa discernir entre las sombras de la desinformación.

También te puede interesar: La trata de personas, un problema invisible que todos observamos 

¡Hola!

Haga clic en uno de nuestros representantes a continuación para chatear en Telegram o envíenos un correo electrónico a:
¿Le puedo ayudar en algo?